domingo, 24 de enero de 2010

Los inconvenientes de la verdad dolorosa

La opinión no necesita pruebas. El periodismo investigativo está obligado a mostrarlas, asunto complicado cuando no hay garantías para las fuentes, mientras los poderosos investigados combinan colectivamente elecciones con negocios, corrupción, crímenes y despojo.

En Colombia la información investigada está en las principales columnas de opinión y en los libros.

La opinión y los libros siguen siendo vistos en el mundo como altares de libertad, y por eso en este país se habían atrevido menos contra ellos. El juicio contra Alfredo Molano por una columna en El Espectador está llegando a su fin. Contexto para un fallo, por Constanza Vieira.

Lea el artículo completo haciendo click aquí

Del periodista Arturo Guerrero


Columnas al viento

Molano cometió la valentía de señalar un apellido. Puso el pecho descubierto a la jauría de abogados de unos notables concretos. Se dejó señalar como chivo expiatorio, se ofreció de redentor como Cristo, y está siendo crucificado. Uno de sus lectores dio en el clavo: "Molano se quedó corto en apellidos". Y pidió que "se repitan molanos por las cuatro esquinas de Colombia".

El columnista acusado es una leyenda en tanto narrador del país profundo, de sus selvas, ríos y trochas. Es probable, así, que pueda allegar pruebas de sus afirmaciones ante los jueces. Lo que es dudoso es que esas pruebas sean científicas y capaces de derrotar el leguleyismo con que se maneja este país santanderista.

Haga click para leer la columna de Arturo Guerrero, publicada en el diario El Colombiano el 27 de enero de 2010.