viernes, 29 de agosto de 2008

La libertad de opinión no debe ser objeto de sanción penal: FLIP

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP, Colombia) lanzó una Alerta sobre los periodistas en procesos judiciales. Se refiere a los casos contra Alfredo Molano, Pascual Gaviria, William Parra y Carlos Lozano, a la voluntad presidencial de judicializar a Daniel Coronel, y a la utilización de periodistas como testigos judiciales (Rodrigo Silva, Edgar Velosa y Sandra Pureza Gómez, entre otros).

Sobre las denuncias penales de injuria y calumnia, que atañen a Molano y Gaviria, la FLIP hace la siguiente consideración:

“…para la FLIP resulta preocupante que de manera recurrente se utilicen estas acciones penales – o la amenaza de instaurarlas – para silenciar críticas a funcionarios, ex funcionarios y personajes públicos en general, difundidas a través de columnas y piezas de opinión. La libertad de opinión es un valor fundamental en una sociedad democrática y, salvo restricciones muy específicas, no conoce de límites y no debe ser objeto de sanción penal. De lo contrario, se estaría utilizando este mecanismo para restringir la libertad de expresión, como parece estar sucediendo en los casos mencionados.

Para la FLIP “resulta inaceptable que los jueces citen a los periodistas como testigos en procesos judiciales para declarar sobre hechos que conocen por cuenta de su labor profesional (Silva, Velosa, Gómez et Al).

Sobre el caso Coronell, conceptúa que “pretender que los periodistas denuncien cualquier posible comisión de un delito por cuenta de su labor periodística es restringir de manera desproporcionada la libertad de expresión. (…) Para la FLIP resulta preocupante el efecto que puede tener la aplicación de esta hipótesis en las investigaciones periodísticas”.

En los casos de Lozano y Parra, la FLIP exhorta a las autoridades judiciales para que “se les dé la posibilidad de controvertir las pruebas, como públicamente lo han solicitado. Resultaría preocupante que se sancione penalmente a uno u otro periodista y se considere que tiene nexos con grupos armados ilegales por el hecho de que éstos sean su fuente de información periodística o, incluso, por manifestar algún tipo de simpatía o estar de acuerdo con alguna reivindicación o posición de éstos”.

Lea el comunicado completo de la FLIP

miércoles, 13 de agosto de 2008

Así comenzó el juicio contra Alfredo Molano

"De pie, por favor", se oyó decir a las 10:05 de la mañana en el Juzgado Penal donde se inició el martes 12 de agosto el juicio contra Alfredo Molano por difamación, instaurado por miembros de la familia Araújo de Valledupar.

Según el sistema penal acusatorio, esta fue la audiencia preparatoria para el juicio oral. Ambas partes ("las víctimas", los Araújo; y, por extensión, "el victimario", Molano) debían hacer valer ante el juez las pruebas documentales y periciales, así como los testimonios. Éste las aceptaba o rechazaba, basado en la enunciación y justificación que hiciera de cada elemento el abogado respectivo. "La víctimas" y "el victimario" tenían la posibilidad de impugnar la decisión del juez, así como la fiscalía, cuya representante estaba sentada al pie de los demandantes.

Si "las víctimas" o el "victimario" no estaban de acuerdo con lo rechazado o aceptado por el juez, éste remitía al juez superior para que decida sobre la apelación de las pruebas y los nombres de los candidatos a rendir testimonio. En dicha instancia, el otro juez sopesa si cada elemento es válido en el juicio.

En efecto, eso pasó. La decisión del Superior será devuelta al juez penal que atiende el caso, para que el juicio siga su curso. Tiempo tentativo para este trámite, entre cuatro y cinco semanas.

La parte del salón dedicada al público estaba repleta, incluyendo bastante prensa. Muchos asistentes se habían tapado la boca con cinta de enmascarar. El juez, como primera medida, ordenó quitarse la mordaza so pena de hacer desalojar la sala, y pidió respeto: "Pueden hacer las protestas que quieran pero no aquí". La gente acató en silencio.

Como pruebas documentales, la defensa de Molano propuso las siguientes piezas:

+En defensa de la prensa libre, columna de Cristian Valencia en El Tiempo

+El proceso Molano, columna de Óscar Collazos en El Tiempo

+Molano y la libertad de expresión, columna de Humberto de la Calle en El Espectador

El juez solamente aceptó la columna de Humberto de la Calle, ex vicepresidente de Colombia.

Como pruebas periciales, la defensa de Molano propuso:

+Colombia: El Comité para la Protección de los Periodistas rechaza demanda por difamación contra Alfredo Molano

+A propósito de una columna de Alfredo Molano, por el PhD Armando Silva, analista del lenguaje y la comunicación. Análisis semiótico de la columna Araújos et al

+Estudio técnico de Adriana Camacho, matemática y editora, correctora de estilo, entre otros, de las revistas Cambio y Semana. Análisis estrictamente gramatical.

+Concepto de Alberto Salcedo, profesor de periodismo e investigación en la Universidad Javeriana. Análisis sobre el manejo del lenguaje periodístico frente a la libertad de expresión.

+Concepto de Pablo García, profesor de literatura en la Universidad Javeriana. Análisis lingüístico.

El juez aceptó a Salcedo, García y Camacho, y rechazó al CPJ y a Armando Silva.

Como testimonios técnicos, la defensa de Molano presentó a:

+ Ramiro Bejarano, abogado, columnista de El Espectador y ex director del Departamento Administrativo de Seguridad DAS, para que se refiera a aspectos políticos en el departamento del Cesar, tocados por Molano en la columna objeto del pleito. Su presencia se hace necesaria dado que la defensa de Molano no encontró ningún testigo en Valledupar que se atreva a dar testimonio judicial.

+ Carlos Gaviria Díaz, ex presidente de la Corte Constitucional, ex senador, líder político, para que se refiera a aspectos constitucionales de la libertad de opinión, y las diferencias y límites entre opinión y calumnia e injuria.

+ Juan Manuel Roca, poeta, para que exponga sobre figuras literarias.

El juez aceptó estos tres testimonios, pero la defensa de los Araújo apeló en su contra.

A su vez, el apoderado de los demandantes propuso y le fueron aceptadas por el juez:

+ Una carta enviada por Alfredo Molano y dirigida a un listado de cerca de 50 destinatarios, que describe el caso en su contra.

+ Declaración de dos miembros de la familia demandante.

+ Concepto de dos peritos: docentes de la Universidad Javeriana William Ángel Salazar (perito lingüístico) y Luis Antonio Chacón (perito gramatical).

La defensa de Molano no apeló la decisión del juez de admitir las pruebas propuestas por la parte demandante.

Las partes se pusieron de acuerdo en que era innecesario realizar actividades relacionadas con la identificación del periodista Alfredo Molano, ni de la publicación.

La audiencia preparatoria del juicio contra Molano terminó a las 11:35 de la mañana.

A la salida del juzgado, Molano fue aplaudido durante varios minutos por los asistentes. "No le había podido decir que le tengo gran admiración y respeto, Maestro", le expresó un policía antes de comenzar el juicio.

El legado del Maestro

Colombia “necesita que se diga la verdad, así sea dolorosa, y aunque produzca serios inconvenientes a aquellos que se atreven a decirla”.

Orlando Fals Borda en el prólogo de “La Violencia en Colombia – Estudio de un proceso social” (Monseñor Germán Guzmán, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna, Monografías Sociológicas, Facultad de Sociología, Universidad Nacional, Bogotá, 1962, página 13)

Cuando salió a circulación ese libro, que recogió la memoria histórica de La Violencia en los años 50, el presidente de entonces ordenó apostar tanques de guerra en la Plaza de Bolívar de Bogotá.

lunes, 11 de agosto de 2008

COLOMBIA: El CPJ rechaza demanda por difamación contra Alfredo Molano

Nueva York, 30 de julio de 2008—El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) difundió hoy el siguiente comunicado luego de conocer que el escritor y periodista colombiano Alfredo Molano ha sido demandado por difamación:

“Estamos alarmados por la demanda de difamación penal contra Alfredo Molano presentada por una familia políticamente influyente tras una columna publicada en el diario El Espectador”, señaló Carlos Lauría, Coordinador Senior del Programa de las Américas del CPJ. “Procesar penalmente a un periodista por cumplir con su trabajo envía un mensaje amedrentador a todos los periodistas colombianos, y va contra el consenso legal en la región en el sentido que la difamación no es materia penal”.

El CPJ es una organización independiente sin ánimo de lucro radicada en Nueva York, y se dedica a defender la libertad de prensa en todo el mundo.

El gatillo del arma de la inteligencia humana, la única arma que uno debería disparar

El periodista colombiano Javier Darío Restrepo sobre el columnista de opinión, en el Consultorio Ético de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano

El columnista promueve el debate de ideas después de haber hecho su propia digestión de los hechos y de las opiniones. No aspira a ser la última palabra sobre los temas que maneja, pero sí a motivar a los lectores para que digan muchas palabras sobre el asunto de su columna. En este sentido es un provocador.

De los textos que existen sobre el tema se pueden extraer estas conclusiones:

1. El columnista de opinión expresa, más que teorías, actitudes ante los hechos y ante otras opiniones.
2. Una columna refleja más que una simple impresión, pero menos que una prueba científica sobre algo.
3. En las columnas suelen encontrarse las expresiones de partes en controversia.
4. Por eso la columna suele estar a favor o en contra de algo.
5. En la columna quedan expresadas las conclusiones o los juicios de alguien sobre los temas del momento.
6. Una columna es la posición intermedia entre la certeza y la duda.

Es, como se ve, una honesta contribución al debate y un estímulo para el uso de la inteligencia en la solución de los asuntos públicos.
Anotaba el columnista del Washington Post, George F. Will, que lo que hizo de Van Gogh un genio fue su particular forma de ver los girasoles; lo que distingue a un buen columnista es su particular forma de ver el paisaje social.

Referencia Bibliográfica
¿De qué sirve un editorial o un artículo de opinión que no le abra un camino al lector, ya sea hacia otro nivel de conciencia, por el cual recobre una antigua confianza perdida, o hacia una posición que le permita encaminar en forma diferente su actividad individual?
Mucho de lo que escribí sobre los olvidados de la sociedad - desde los que no tienen hogar, los analfabetos, los hambrientos y los enfermos, hasta las víctimas de uno u otro poder económico,- intenta servir al lector de dos maneras fundamentales: informarle acerca de hechos para él desconocidos y plantearle que cualquier tipo de respuesta -personal, pública o lo que sea,- no deja de ser una opción a tener en cuenta. La cosa debe ser que cuando un lector llegue a la página editorial o a la abierta debe sentirse atraído y desafiado. Si eso ocurre, estoy firmemente convencido de estar apretando el gatillo del arma de la inteligencia humana, la única arma que uno debería disparar.
Colman Mc Carthy
En La Página Editorial de The Washington Post. Gernika, Ciudad de México, 1998, pág. 88-89

Ceso-FIP: El acoso judicial busca cerrar el camino a quienes se resisten a la autocensura

Sobre el caso Molano: La limitación del libre flujo de ideas es incompatible con la libertad de expresión

Este martes 12 de agosto, el sociólogo y escritor Alfredo Molano debe comparecer ante un juez para responder, en audiencia preparatoria, por los cargos de injuria calumnia presentados en su contra. El Centro de Solidaridad de la Federación Internacional de Periodistas (Ceso-FIP) y la Federación Colombiana de Periodistas quieren manifestar su preocupación por lo que parece ser un nuevo capítulo de Acoso Judicial que, de manera intermitente pero constante, busca silenciar voces críticas en los medios de comunicación.

Por esta razón le hemos pedido a nuestro asesor jurídico la redacción de un artículo que nos permita, como agremiación de periodistas, poner luces sobre este caso que puede convertirse en un peligroso antecedente de criminalización de la libertad de opinión, en momentos críticos para la democracia colombiana.

Por Andrés Monroy Gómez
andres.monroy@fipcolombia.com

En febrero de 2007 el sociólogo y periodista Alfredo Molano publicó en el diario El Espectador una columna titulada Araújos et al. Por esta columna de opinión, Alfredo Molano Bravo fue denunciado ante la Fiscalía, donde le formularon cargos por injuria y calumnia.

Los querellantes son Andrés Alfredo Araújo Ariza y Andrés Alfredo Rafael Molina Araújo. Ellos, además, exhiben poderes de Hernán Felipe Araújo Ariza y María Mercedes Molina Araújo.

El artículo 20 de la Constitución Política señala que “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.

Bajo este parámetro, la Corte Constitucional ha dicho que “La materialización del derecho a la libertad de opinión comprende la manifestación tanto de señalamientos positivos como de opiniones negativas sobre las personas o sus actuaciones. Sin embargo son inadmisibles las expresiones que alcancen niveles de insulto o aquellas que estén dirigidas a personas específicas y que resulten absolutamente desproporcionadas frente a los hechos, comportamientos o actuaciones que soportan la opinión, de tal manera que, más que una generación del debate, demuestre la intención clara de ofender sin razón alguna o un ánimo de persecución desprovisto de toda razonabilidad” [1].

Molano afirmó en una carta enviada a diferentes organizaciones sociales que los denunciantes exigieron que la única conciliación posible consistía en la publicación de una rectificación en el diario El Espectador, previa aprobación de su texto por parte de ellos. Molano se negó por considerar esta propuesta un atentado a la libre expresión.

En la diligencia de conciliación, Molano declaró que solo estaba dispuesto a precisar su opinión consultando a ciudadanos de Valledupar sobre la conducta histórica de los notables de la región. Los abogados querellantes no aceptaron la propuesta.

En la audiencia pública de formulación de imputación, realizada el 6 de mayo, uno de los argumentos de la defensa del columnista es que los notables de Valledupar no son solamente los Araújo y por tanto los señalamientos hechos no necesariamente implican a los Araújo. Según la defensa, la intención de Molano fue la de pintar un clima social y político donde los Araújo viven y actúan.

Ceso-FIP viene denunciando una perversa modalidad de restricción a la libertad de expresión y de información: el acoso judicial. Así lo manifestó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en audiencia celebrada en 2007, y en su informe presentado para el Examen Periódico Universal de Naciones Unidas en julio de este año.

Recientemente en Colombia se ha incrementado la práctica de intimidación a los periodistas por medio de acciones judiciales, que da origen al debate sobre el acoso judicial y la necesidad de despenalizar los que comúnmente se conocen como “delitos de prensa” [2].

El clima de polarización e intolerancia se traslada ahora a los estrados judiciales, donde se busca restringir la libertad de opinión. Esta restricción no sólo afecta el derecho de quien ahora está siendo procesado, sino también el derecho de toda la sociedad a conocer las opiniones de una persona que ha estudiado sobre el terreno la realidad de muchas regiones de Colombia. Estas opiniones que pretenden castigarse pueden servir para que los ciudadanos se construyan su propio criterio sobre lo que sucede en el país.

Esta modalidad de presión, el acoso judicial, busca cerrar el camino a quienes se han resistido a ceder ante la autocensura.

El acoso judicial con el que se pretende restringir la libertad de expresión y opinión es un arma contra la democracia. Al respecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha afirmado que “la libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública (…) Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende es posible afirmar que una sociedad que no esté bien informada, no es plenamente libre” [3].

Si se pierde ese derecho fundamental a la libertad de expresión, se pone en peligro la vigencia de todos los demás valores y principios imperantes en una sociedad democrática [4].

El artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos, sobre Libertad de Pensamiento y de Expresión, dispone que:

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:

a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.

3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.
(…)

Otro documento importante en el Sistema Americano de protección de los derechos humanos es la “Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión”[5]

El Principio No. 5 señala que: “La censura previa, interferencia o presión directa o indirecta sobre cualquier expresión, opinión o información difundida a través de cualquier medio de comunicación oral, escrito, artístico, visual o electrónico, debe estar prohibida por la ley. Las restricciones en la circulación libre de ideas y opiniones, como así también la imposición arbitraria de información y la creación de obstáculos al libre flujo informativo, violan el derecho a la libertad de expresión”.

En la interpretación de este Principio, la Relatoría ha manifestado que “ la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha destacado que la libertad de expresión engloba dos aspectos: el derecho de expresar pensamientos e ideas y el derecho de recibirlas. Por lo tanto, cuando este derecho es restringido a través de una interferencia arbitraria, afecta no sólo el derecho individual de expresar información e ideas, sino también el derecho de la comunidad en general de recibir todo tipo de información y opiniones (…).

Haciendo mención a una decisión de la Corte Europea, la Corte Interamericana ha declarado que la protección a la libertad de expresión debe extenderse no sólo a la información o las ideas favorables, sino también a aquellas que “ofenden, resultan chocantes o perturban”, porque “tales son las exigencias del pluralismo, la tolerancia y apertura mental sin las cuales no existe una sociedad democrática.”

Asimismo, este principio establece que es inadmisible la imposición de presiones económicas o políticas por parte de sectores de poder económico y/o del Estado con el objetivo de influenciar o limitar tanto la expresión de las personas como de los medios de comunicación. La Comisión Interamericana ha expresado al respecto que el uso de poderes para limitar la expresión de ideas se presta al abuso, ya que al acallar ideas y opiniones impopulares o críticas se restringe el debate que es fundamental para el funcionamiento eficaz de las instituciones democráticas. La limitación en el libre flujo de ideas que no incitan a la violencia anárquica es incompatible con la libertad de expresión y con los principios básicos que sostienen las formas pluralistas y democrática de las sociedades actuales”.

_______________________________

[1] Al respecto ver sentencias de la Corte Constitucional T-263 /98, T-213/04 y T-437/04. Tomado de: Libertad de prensa y derechos fundamentales. Análisis de la jurisprudencia constitucional en Colombia (1992 – 2005)- Uprimny, Rodrigo; Fuentes, Adriana; Botero, Catalina y Jaramillo, Juan Fernando. DeJusticia, Fundación Konrad Adenauer y Andiarios. Bogotá D.C, 2006. Página 129.

[2] Código Penal, Delitos contra la integridad moral. Artículos 220 a 223.

[3] Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva 05 de 1985. Tomado de: Bertoni, Eduardo Andrés. Libertad de expresión en el Estado de Derecho. Segunda edición. Editoriales del Puerto. Buenos Aires. 2007. Página 111.

[4] Ídem. Pg. 112.

[5] La Comisión Interamericana de Derechos Humanos aprobó la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión durante su 108° período ordinario de sesiones en octubre del año 2000. Dicha declaración constituye un documento fundamental para la interpretación del Artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Su aprobación no sólo es un reconocimiento a la importancia de la protección de la libertad de expresión en las Américas sino que además incorpora al sistema interamericano los estándares internacionales para una defensa más efectiva del ejercicio de este derecho. Fuente: http://www.cidh.org/relatoria


Federación Colombiana de Periodistas, FECOLPER
La FECOLPER representa a más de 1.100 periodistas en 19 departamentos de Colombia
Centro de Solidaridad de la Federación Internacional de Periodistas, Ceso-FIP
La FIP representa a más de 600 mil periodistas en 120 países

Para mayor información, ingrese a: www.fipcolombia.com

jueves, 7 de agosto de 2008

De Daniel Samper Pizano, periodista y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua

Es absurdo que, por una mención accidental concreta, pretenda procesarse como calumnia el análisis genérico sobre el poder en el Cesar que escribió Alfredo Molano.

Daniel Samper Pizano - El Tiempo - 29 de Junio de 2008

De un silenciado

Último comentario del jurista Rafael Rincón en su blog, que suspendió por amenazas.

Un gobierno de Santos no es un gobierno de fiar

Por Rafael Rincón Patiño, Director de la Oficina háBeas Corpus - Medellín, 17 de junio de 2008


Llegó la hora de hacer un alto en el camino en este ejercicio ciudadano de poner en público las opiniones políticas. Hemos querido en 200 números arriesgar una opinión casi siempre incomoda y muchas veces políticamente incorrecta.

En Colombia no hay garantías para pensar, ni para escribir lo que se piensa, mucho menos para criticar y publicar la disidencia en una bitácora digital. Hay quienes creen que la crítica no construye y consideran que es la lisonja y el incienso los que deben reinar.

Inclusive la Casa de Uribe V. insinúa, con manual de estilo, una crítica constructiva para refinar las formas de desplazamiento o las formas de hacer la guerra, o las formas de torturar o de secuestrar o de negar el acceso universal a la justicia.

Hay, también, quienes creen y quieren hacer creer que criticar es fácil, ignorando el costo de este ejercicio en un país armado y orientado hacia el unanimismo por la mentira de los Santos, la desinformación de los medios y la intimidación de los violentos.

La crítica es un ejercicio que más que constructivo tiene que ser responsable. Quién ejerce la critica tiene que estar listo a mostrar sus soportes, que son más argumentativos que documentales; de lo contrario se corre el riesgo de ser de ser denunciado, asesinado, amenazado o condenado con fundamento en un testigo comprado, en un computador blindado, o en el testimonio de un disgustado que ha sufrido la critica. (Aprovecho para sumar mi solidaridad a Alfredo Molano).

el yesQuero ha sido un esfuerzo de tomarse en serio la ciudadanía; más que un ejercicio periodístico ha sido una manera de ser un ciudadano responsable, es una forma de hacer política: opinando y haciendo crítica, especialmente de las acciones abusivas de las autoridades públicas y denunciando los atropellos del paramilitarismo, de la guerrilla, de los grupos económicos y de los medios de comunicación.

el yesQuero se ha ocupado de la gobernabilidad y de los derechos. En su ejercicio ha sido un acérrimo crítico de los gobiernos de Uribe V. y de los excesos de los gobiernos locales. Su misión ha sido la defensa del Estado social de derecho y de los derechos humanos.

No parece que un breve ensayo, como el yesQuero, acabe con un estado de cosas inconstitucional como el desplazamiento forzado, que no es más que la violación integral de todos los derechos humanos —la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha manifestado en Londres que Colombia ocupa hoy el primer lugar en desplazamiento forzado en el mundo—.

A seis años de la Seguridad Democrática Colombia es primera en el mundo en desplazamiento forzado: deshonroso record para Uribe V. y para los Santos. Es que el gobierno de los Santos no es un Gobierno de fiar.

Los cuatro millones de desplazados son la cifra negra que eclipsa la cifra dorada de la disminución de homicidios. Tenemos un país donde la dignidad de los desplazados se tapa con las cifras de los homicidios.

No parece tampoco, que un ensayo crítico cambie el secuestro. Colombia tiene una guerrilla que se cree revolucionaria secuestrando civiles, torturando combatientes y sembrando los campos de minas antipersonales. Deshonrosa revolución la que usa la dignidad humana como medio para negociar y conseguir ventajas militares. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) tienen secuestrados soldados campesinos desde hace once años en nombre de una revolución que ni sus propios combatientes conocen.

Ojalá llegue pronto la libertad de todos los secuestrados y el paramilitarismo gubernamental deje pelechar a las organizaciones sociales y quienes se proclaman defensores de la ciudadanía en forma de guerrilla o de paramilitares o de Estado Comunitario permitan que ella madure y ejerza el poder y la crítica democráticamente.

A todos los lectores, a los comentaristas, a los mentores, a quienes nos halagaron, o a quienes nos criticaron muchas gracias por su paciencia y por su comprensión.

A los criticados o víctimas de el yesQuero esperamos no haberlos ofendido en su dignidad o haber sido injustos con las chispas, ustedes fueron la yesca, para ellos van nuestras excusas por nuestras faltas.

A quienes nos intimidaron sólo decirles que tenemos la esperanza de que tarde o temprano se abrirán las alamedas, que la justicia llegará y que la vida digna y la libertad serán el fundamento político de nuestra ciudadanía.

El partido no se ha acabado, parece que vamos hacia un tercer tiempo o hacia una final por penaltis, pero para el yesQuero, es hora de salir de la cancha a cambiar de mecha, a tomar oxigeno y a mirar desde las graderías.

Gracias, mil gracias

Arte y delito de opinión

Por Cristina de la Torre - El Espectador - 15 de Junio de 2008

EL VETO DEL GENERAL NARANJO A la serie de televisión El Cartel parece completar el cuadro que va configurando en Colombia el delito de opinión, propio de los Estados policivos.

Equiparado el opositor al indeseable o al terrorista disfrazado, será fácil perseguir al escritor Alfredo Molano por apartarse de la ideología oficial y hacer crítica social. O producir desde Palacio un manual para periodistas que “sugerirá” acoger la noción de dios y patria de un Estado cada día más confesional.
O convertir a los 200 mil vigilantes privados en “cooperantes” de los organismos de inteligencia, con la misión de sapear a los vecinos, con fundamento o sin él, pero en la patriótica divisa de la seguridad democrática. Versión de derecha de los ominosos Comités de Defensa de la Revolución Cubana, hoy incrustados también en Venezuela. Red de espionaje a la ciudadanía que aumentará el temor a hablar, a discrepar, a confesar simpatías por opciones distintas del uribismo.
Y ahora el jefe de la Policía, hombre probo, se muestra indignado porque un drama sobre narcotraficantes dizque confunde ficción con realidad, distorsiona la verdad, ridiculiza al Estado y sus instituciones, convierte en villanos a los héroes que enfrentaron a los asesinos, exalta a la delincuencia y confunde a la audiencia al subordinar los valores democráticos a los antivalores delictivos. Como responsable de la seguridad y la convivencia declara, rechaza interpretaciones que no distingan entre policías buenos y malos. Considera del caso que la ley impida desfigurar “los principios y valores que deben movilizar a nuestra sociedad”.
Como a cualquier espectador, al general Naranjo le asiste el derecho de opinar sobre esta obra dramática del arte escénico. Otros reaccionarán en contrario o por caminos inesperados, efecto plural que es virtud de la función social del arte. Pero no puede el funcionario imponerle al artista una verdad oficial. Ni la moral consagrada por el Príncipe, tan socorrida de déspotas y sátrapas en la premodernidad. Mandones de duro puño que reencarnan en cada místico de la política, de la religión o de la guerra revestido de un aura divina para ejercer la vigilancia dogmática de la sociedad.
Se debate el General en la falsa dicotomía entre ficción y realidad. Pero todo artista parte de la realidad, y la re-crea a su manera. Convierte su arbitraria interpretación de las cosas en símbolo, en metáfora, en modo único de condensarlas. Que El Cartel deforma la historia, es posible.
Guardadas proporciones, no se le reprochan a Shakespeare las inexactitudes históricas de sus tragedias. Ni a Casablanca, obra excelsa del cine, el que metiera nazis en un Marruecos que no los tuvo. No ha de juzgarse si la obra de arte retrata o no la realidad, si dice o no la verdad, si es buena o mala, sublime o perniciosa. El criterio será si la obra resulta verosímil, si llena la cota de calidad que la inscribe en el territorio del arte.
Estética y moral pertenecen a esferas distintas. El arte no tiene por qué ser edificante, como la vida de los santos y los héroes. De hecho, puede ridiculizarlos, y entonces resultará peligroso para los guardianes del orden. Mas, a su vez, podrá educar el criterio en la diversidad de interpretaciones que ofrece, refinar la perceptividad, echar al vuelo la imaginación. El arte, si lo es, es crítico, arbitrario, heterodoxo.
Confronta al espectador con sus propios valores y experiencias, suscita mil sentimientos y posturas. Libera. Y convida al pluralismo. Pluralismo y tolerancia, demonios de censores siempre prestos a conjurar desde la fe la opinión libre. Condenar una obra dramática es como quemar un libro. Y allí donde queman libros, dice Heine, acaban quemando hombres.

Periodismo en Colombia

Recurso

por Alfredo Molano Bravo – CEPRID - reproducido por Rebelión.org - 12 de Junio de 2008

El asesinato de periodistas en Colombia no deja de ser cotidiana. Baste que un interés creado se vea comprometido por una denuncia —e inclusive por una mera referencia— para que el periodista termine muerto, exilado, silenciado. O peor, aconductado. No hay regla fija, habiendo tantas reglas. Una acusación simple puede terminar en un asesinato; una crónica, en un tribunal. El gobierno saca pecho y se ufana mostrando que la cifra de periodistas muertos ha bajado. Obvio, si quedan menos. En Arauca, o en Caldas, por ejemplo, ya no matan porque los que salvaron su vida huyendo o callándose han aprendido a decir las cosas de tal manera que a nadie incomoden. Un logro de la democracia. Han aprendido también a escribir sin menoscabo de la pauta. Saben que hay límites, que hay cosas que no se pueden menear.
Detrás de la tragedia del silencio obligado, de la palabra a medias, está la paranoia creada al efecto. No es difícil: baste dividir una sociedad entre buenos y malos, entre rojos y azules, entre los de acá y los de allá, entre patriotas y apátridas, para tener resultados a mano. Un efecto creciente que falsifica, aplasta, reseña. Y, llegado el caso, mata. A un periodista, como ha sucedido, lo pueden asesinar por “extralimitarse” en una opinión o en una nota, y automáticamente la sentencia flota en el ambiente: “algo debía”. Y la investigación queda prácticamente cerrada, así la justicia, cojeando, llegue a otra conclusión.
La paranoia creada por un régimen que impone el maniqueísmo hace de la autocensura un modo de ser, de hablar y de escribir. La palabra pierde su vuelo. La adulación gana lo que la crítica pierde. El silencio se toma las calles, las oficinas; se balbucea por teléfono; toda carta o memorando es susceptible de convertirse en un documento judicial, en una prueba irrebatible. Los celulares son líneas directas con las centrales de inteligencia. O se hace creer en esos hilos. Para hablar claro se hace necesario ir a la esquina donde el viento se lleve la voz.
El gobierno logra así el tan manido consenso social y político. Nadie puede negarlo: aparece en las encuestas y las encuestas aparecen en internet y lo que allí no aparezca, no existe. Después vienen las votaciones que ratifican y consolidan las verdades oficiales nacidas del miedo a ser señalado, a ser puesto contra la pared; una pared que puede volverse un muro de fusilamiento. Lo vemos a diario. La paranoia hace nacer en el ciudadano —y no sólo en el periodista— su propio censor. El enemigo se lleva adentro, comienza a ser parte de su mirada y poco a poco de su palabra.
Una especie de esquizofrenia se generaliza: la gente ve una cosa y dice otra, tiene que decir otra para ser oído y no señalado. A partir de esa locura colectiva, maquinada a conciencia, todo puede pasar. El Príncipe puede hacer o deshacer, todo le está permitido, todo le queda bien. El aplauso es su único interlocutor. Todo funcionario publico —y hasta todo ciudadano— se convierte en su agente.
La única virtud de tan enajenante estado de cosas es que el periodista —y hasta el ciudadano— que decida seguir siéndolo, tiene que apelar a la metáfora, a la hipérbole, a la parábola. La imaginación y, a la larga, hasta la literatura, gana lo que el periodismo pierde.

Molano y la libertad de expresión

Por Humberto de la Calle – El Espectador – 8 de Junio de 2008

EL PROCESO QUE ADELANTA LA FISCALÍA contra el columnista Alfredo Molano es una seria amenaza contra la libertad de expresión.

Esto lo digo como ciudadano, no como columnista de este diario. En efecto, lo que está en juego no es un asunto profesional ni sólo una controversia sobre el papel de la prensa en una sociedad democrática. Es mucho más que eso. No se trata de formar un sindicato de periodistas que aliente para sí una especie de fuero, sino de reivindicar el derecho de todos a pensar y a expresarse libremente por cualquier medio.
De hecho, apenas si he visto fugazmente a Molano. Por cierto, es crecido el número de veces que discrepo de sus puntos de vista. Pero precisamente, como dijo el juez Holmes, “La libertad de pensamiento no es para los que piensan como uno, sino para aquel pensamiento que nosotros odiamos”.
De modo que el único y verdadero título que invoco para escribir esta columna es mi condición de ciudadano severamente calumniado varias veces en el transcurso de mi vida pública. Pese a eso, pese a las cicatrices que he sufrido, y quizás precisamente por ellas, reivindico el derecho de todos a pensar, opinar y expresarse, porque la necesidad de la sociedad de informarse libremente supera el riesgo de cometer alguna injusticia individual.
No sostengo que ese derecho carezca de límites, pero el examen cuidadoso de la columna cuestionada permite concluir que corresponde al ejercicio legítimo de la crítica social, el cual debe ser protegido y arropado como elemento esencial de una configuración verdaderamente democrática. Creo que la libertad de expresión es la matriz de las demás libertades.
Los segmentos de la columna tienen como destinatario “los notables” del Cesar. Además de que la referencia es claramente impersonal, la descripción que hace Molano, por cierto, es aplicable a muchas regiones de Colombia. Se trata de un esquema netamente feudal, en el cual, quienes ostentan el poder económico y el político, que allí y en otros lugares se entremezclan impúdicamente, impiden en la práctica el auténtico ejercicio de la ciudadanía a millares de personas que son, apenas, mesnadas electorales.
Como registrador fui testigo del manejo de corraleja que se daba a los electores de La Guajira. Tuve que enviar dactiloscopistas para asegurar la identidad de los electores, confundidos como ganado para votar ciegamente por el dirigente de turno, con la esperanza puesta en la botella de ron. Y no sólo allí. En muchos sitios el clientelismo arrebata a las personas sus derechos fundamentales para canjearlos por apoyos electorales espurios.
De modo que, además de la libertad de expresarse, Molano ejerce también una tarea de crítica social que es igualmente valiosa. Pobre sociedad aquella que silencia su conciencia, así sea una conciencia exagerada.
En el plano jurídico, la técnica usada por la Fiscalía, que consiste en llenar con nombres propios no usados por Molano la expresión genérica relativa a los notables, es particularmente peligrosa. Para configurar el presunto delito, allí donde dice “los notables”, la Fiscalía lee “los Araújo”. El mismo artificio se utilizó por parte de los denunciantes de SoHo y Fernando Vallejo. Donde se decía “católico” debía leerse los “denunciantes fulano y perencejo”. Por fortuna no prosperó la jugada. Espero que tampoco lo haga en el caso de Molano.

El proceso a Molano

Por Óscar Collazos - Columnista de El Tiempo – 8 de Junio de 2008

En el proceso a Alfredo Molano se compromete la libertad de información y de prensa

Lo que se falle legalmente compromete a la democracia y medirá el alcance de la libertad de información y opinión.

Volví a leer la columna de Alfredo Molano publicada en El Espectador el 25 de febrero de 2007. Puede encontrarse en Google si se digita 'Araújos et al', título del texto que dio origen a la demanda por calumnia e injuria interpuesta por miembros de la familia Araújo de Valledupar.
Se trata de una columna de gran valor civil. Las dos familias mencionadas no tienen lazos de consanguinidad, pero ambas son citadas como ejemplo de "esa rancia cúspide regional acostumbrada a manejar haciendas, predios, casas comerciales y oficinas públicas con los mismos criterios especulativos y endogámicos".
El artículo no es una acusación directa contra los Araújo de Valledupar o los Araújo de Cartagena, sino una mención de "notables" de ambas ciudades. Es una contundente nota de pie de página a uno de los tantos libros que podrían escribirse sobre la "Historia empresarial y política de la región caribe."
Lo que Molano destaca es el vínculo de los negocios con la política y los procedimientos que han servido para que la política de los apellidos contribuya al éxito de los negocios. No hay que remontarse a un pasado muy remoto: los poderes políticos y empresariales de numerosas familias de notables -del Caribe y otras regiones de Colombia- constituyen un tejido de privilegios que vuelve leves y superables las más graves violaciones de la ley.
Me llamó la atención el uso simbólico que Molano hizo de la palabra 'endogámico'. Endogamia es "la práctica de contraer matrimonio personas de ascendencia común o naturales de una pequeña localidad o comarca". De allí que las prácticas endogámicas del caciquismo no violen el tabú del incesto, sino el mandato de las leyes. De estas alianzas endogámicas no nacen hijos con rabo de puerco, pero se engordan vellocinos de oro.
Los columnistas de opinión hemos aprendido que cuando dejamos en la ambigüedad alguna frase o nos permitimos analogías inconvenientes, no nos exponemos al reproche del editor, sino a la condena del juez. Por eso creo que quienes demandan a los periodistas por calumnia e injuria y quienes acopian "pruebas" para acusarlos, deberían aprender primero a leer correctamente.
Por haber sido demandado, sé que los demandantes leen muy mal y con los ojos mejor puestos en sus nombres que en el contenido del texto que los menciona. Se defienden sin que los ataquen o sólo porque los cobijan bajo un manto de sospechas, derivadas de actuaciones ventiladas públicamente. Si "los notables" de que habla Molano fueran persona natural, habría motivos para querellarse contra el columnista.
¿No es una nefasta costumbre de "los notables" tener bien agarradas las riendas de los poderes político, burocrático y económico de su región, capital indispensable para amarrarse a idénticos poderes en la nación, incluyendo los poderes que deciden en la justicia y en las leyes? Escojan ustedes los ejemplos y verán.
Lo que exaltó la susceptibilidad de la familia querellante no fue tanto la relación que el escritor estableció entre política, negocios y criminalidad, sino el hecho de que miembros jóvenes y viejos de esa misma familia estén en la actualidad vinculados penalmente por delitos que el escritor menciona en su columna.
Lo que suceda en adelante no puede desvincularse de un debate mucho más serio que la querella de una familia que se ha sentido injuriada por un columnista de opinión. Lo que se falle legalmente compromete a la democracia y medirá el alcance de la libertad de información y opinión en una sociedad que tolera mejor a los criminales que a los periodistas independientes.

De la investigadora y analista Claudia López

Toda mi solidaridad con Alfredo Molano frente a la demanda temeraria que la familia Araújo, que tiene a uno de sus miembros preso y a otro prófugo, le ha impuesto para tratar de callarlo. No vamos a callarnos, ni a renunciar a la libertad de prensa y opinión, que es lo poco que nos queda para que esto pueda ser llamado democracia.

Claudia López - El Tiempo - 2 de Junio de 2008

Del Senador y economista Jorge Enrique Robledo

Toda mi solidaridad con Alfredo Molano, cuya pluma democrática pretenden acallar algunos de los Araújo de Valledupar. Su silencio sería un triunfo de la tiranía.

Senador Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 30 de mayo de 2008

De la periodista y escritora Patricia Lara

En defensa de la libertad de prensa, y porque conozco su integridad, me solidarizo con Alfredo Molano.

Patricia Lara Salive – El Espectador - Mayo 27 de 2008

En defensa de la prensa libre

Por Cristian Valencia - Columnista de El Tiempo - Colombia
Domingo 25 de mayo de 2008

Transmitir en directo una noticia en el justo momento en que está sucediendo es uno de los principios del periodismo. La mayoría de cadenas de noticias en el mundo pagarían oro por estar en el momento justo de cada noticia. De eso se trata una 'chiva'. La radio nacional vive en esas: siempre está en el lugar de la noticia. Por eso es tan sospechosa la posición de la Comisión Nacional de TV con respecto a Citytv, cuando transmitió en directo el comunicado del sargento y su granada. La CNTV ordenó la suspensión de la transmisión en directo. Y como eso se llama censura, entonces esto se jodió. Porque van a poner sobre el mantel la pertinencia o no de transmitir las noticias en caliente. Seguro determinarán que en caliente no. Y entonces esto se jodió más. Porque cuando se tiene la forma de estar en vivo y en directo desde el lugar de la noticia, dicen los cánones del periodismo, es obligación transmitir. Si no se hace de inmediato y en caliente, entonces habrá oportunidad para autocensurarse o que censuren otros, para luego elegir las imágenes más convenientes. Y aquello de la libertad de prensa será algo para estudiar en las universidades y hacer elocuentes charlas en grandes auditorios, pero no será verdad.

¿Qué cadena de televisión no transmitió las imágenes, en vivo y en directo, del ataque a las Torres Gemelas? Todas interrumpieron su programación habitual y, que yo sepa, ninguna ha sido juzgada por ese detallito.

La retoma del Palacio de Justicia se transmitió en vivo y en directo. El tanquetazo a la fachada, imágenes de quienes salieron con vida; y la radio transmitió en vivo y en directo las palabras desesperadas de Reyes Echandía. Recuerden, por favor, que esas imágenes y esas voces fueron literalmente sacadas del mercado informativo durante los siguientes días y meses. Porque había verdades incómodas, con las cuales no se podía tejer tan fácilmente una versión oficial de los hechos.

Recuerden, por favor, que Daniel Samper Ospina, director de SoHo, el año pasado tuvo que enfrentar una demanda por haber publicado unas fotos artísticas. Y que un periodista de Cúcuta, Renson Zaid, fue demandado por escribir que un libro de poesía era pésimo. Y es que resulta que hoy en día hay un poco de periodistas investigados por injuria y calumnia.

La prensa nacional siempre ha gozado de buena reputación. Y los columnistas de periódicos y revistas están allí por su trayectoria, por su seriedad, por su compromiso. Alfredo Molano, por ejemplo, es uno de ellos. Nadie puede desconocer la trayectoria de Molano; nadie puede desconocer que muchas veces ha sido amenazado; que incluso tuvo que irse del país por temor; que sus opiniones siempre han sido incómodas para la oficialidad.

Varios miembros de la familia Araújo, de los Araújo bien, lo tienen demandado por una columna en donde hablaba de los Araújo que tienen o han tenido, como todos saben, problemas con la justicia. Y si el juez que le toque en suerte este caso decide culpar a Molano, se habrá sentado un precedente funesto para la libertad de prensa en el país. Será poner una mordaza muy sutil, y legal, a todos los periodistas que todavía se atreven a decir algo. Porque todos tendremos miedo de decir lo que toca cuando toca. Qué miedo un país en donde los formadores de opinión vivan con el fantasma de la cárcel encima. ¿Quién se atreverá a decir algo? Qué miedo un país en donde todas las opiniones sean del mismo talante y con las mismas posiciones. Qué miedo.

Invito a todos los periodistas del país a que unamos las voces en la defensa de nuestra libertad de prensa. Invito a todos los ciudadanos y periodistas a que apoyemos a Alfredo Molano en este momento. De su apoyo dependerá el tipo de información que usted reciba en el futuro. En el siguiente blog encontrará una carta de apoyo y una dirección adonde enviarla. http://prensalibrencolombia.blogspot.com cristianvalencia@yahoo.com

Amenaza a la libertad de expresión

La penalización a Alfredo Molano

Por Comisión Intereclesial de Justicia y Paz – 23 de Mayo de 2008

Alfredo Molano Bravo, sociólogo y columnista del diario El Espectador, ha sido demandado por la familia Araujo, por supuesta injuria y calumnia ante lo expresado en su columna: Araújos et al, publicado en este periódico.

Este tipo de demandas pretende coartar la libertad de expresión, al tiempo que se convierte en un nuevo mecanismo de presión que limita la libertad de conciencia y libre pensamiento. El inicio de la investigación contra el reconocido investigador social, es un indicador de cómo el aparato judicial se presta a atender falsas imputaciones, a través de las cuales se socializa el temor y el aleccionamiento colectivo para evitar expresarse en conciencia sobre las responsabilidades de los sectores de poder en la situación actual que vive Colombia.

A esta demanda le han precedido el exilio forzoso en anteriores ocasiones que ha sufrido Molano. Es de anotar que en los períodos del gobierno de Uribe, han continuado las presiones, las amenazas y asesinatos de periodistas. Recientemente debido a sus escritos e investigaciones se vio obligado a exiliarse el periodista Gonzalo Guillen por las referencias y artículos explícitos respecto a las relaciones entre estructuras paramilitares y políticos con el gobierno de Uribe. Fernando Garavito conocido como Juan Mosca, a raíz de un artículo publicado en El Espectador en las que aludió a la trayectoria de Alvaro Uribe Vélez con actuaciones non sanctas se vio obligado a exiliarse.

La misma suerte del exilio ha corrido Holman Morris. El periodista, director del periódico Voz e integrante del Partido Comunista, Carlos Lozano, ha sufrido reiteradas amenazas de muerte por sus apreciaciones públicas y su labor a favor del Acuerdo Humanitario y las salidas negociadas al conflicto armado interno.

Invitamos a la solidaridad con Alfredo Molano, objetando la actuación de la familia Araujo que pretende penalizar la libertad de opinión, de expresión y de conciencia a través de las comunicaciones dirigidas a lector@elespectador.com Fcano@elespectador.com y con la exigencia al Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán Arana, el cese de toda actuación judicial tendiente a penalizar la libertad y la crítica.

Pájaros tirándole a escopetas

Por Manuel Velandia Mora, sociólogo, filósofo y educador colombiano en el exilio


Blogs Semana.com. Colombia – Miércoles 21 de mayo de 2008

En Colombia ya ni siquiera se puede interpretar la realidad; mejor dicho, es que aún se sigue pensando que la realidad es una, con una sola explicación posible, una explicación en la que no caben asesinatos, robos, abigeatos, desplazamientos forzados…

Esa explicación llamada “verdad”, una “verdad” que no perdona que haya periodistas, investigadores sociales, organizaciones no gubernamentales interesadas en esa otra verdad que no oculta, que saca a la luz publica, que denuncia.

Una verdad que los dueños de la “verdad”, los políticos "presuntamente" corruptos, como los Araújo, no quieren sea investigada, una verdad que cuando se dice con nombre propio origina amenazas de muerte, asesinatos, denuncias penales.

Una verdad a la que los Araújo, los caciques costeños, esos que reiteradamente han sido acusados de paramilitares prefieren llamar injuria y/o calumnia.

Justo esa “verdad” es la excusa para demandar al sociólogo, escritor y periodista Alfredo Molano ante la Fiscalía General de la Nación. Una Fiscalía que se gasta el presupuesto público en investigar verdades en ver de esclarecer las otras “verdades”.

Pájaros disparándoles a las escopetas y colombianos ciegos que no quieren darse cuenta que los dueños de la “verdad” solo pretenden crear distractores ente la evidencia de sus delitos.

¿En dónde queda la libertad de prensa que consagra la legislación colombiana? ¿En dónde están los pastores de los rebaños de ovejas mansas que no cuidan a sus ovejas? ¿En dónde están los ciudadanos de bien que se callan y no denuncian? ¿Será que cada vez más hace carrera la intimidación?
Para quienes creemos en la Democracia, para quienes consideramos que aún es posible un país diferente, para quienes tenemos un actuar ético, para quienes consideramos que callar es otorgar, sea este el momento de sentar la voz de protesta, de actuar, de denunciar las violencias, los atropellos. Mi solidaridad con Alfredo Molano, confío en que también la suya.

miércoles, 6 de agosto de 2008

En Colombia no hay, ni debe haber, crímenes de conciencia



DECLARACIÓN DE APOYO A ALFREDO MOLANO

Ante la insólita demanda por injuria y calumnia que varios miembros de la familia Araújo de Valledupar han instaurado ante la Fiscalía General de la Nación contra el sociólogo, escritor y periodista Alfredo Molano, haciendo gala de una prepotencia que recuerda aquello de que en ocasiones son los pájaros los que les disparan a las escopetas, los abajo firmantes nos permitimos hacer públicas las siguientes consideraciones:

En ejercicio de la libertad de prensa que consagra la legislación colombiana, y haciendo uso del derecho inalienable que tiene todo comentarista a interpretar la realidad nacional y a expresar sus ideas al respecto, el 25 de febrero del año 2007, cuando la Corte Suprema de Justicia comenzó a desenredar el cordón umbilical que une a los caciques electorales de la Costa Atlántica con sus respectivos jefes paramilitares, Alfredo Molano publicó en El Espectador una columna de opinión titulada Araújos et al, en la que hace un somero recuento histórico de lo que ha sido desde los viejos tiempos de la Colonia el dominio económico, político y social del notablato costeño en dicha región del país.

Sintiéndose aludidos por las opiniones de un escritor público, opiniones que por el hecho de ser discutibles no dejan de ser respetables, cuatro miembros de la familia Araújo de Valledupar, parientes cercanos de varias personas que son investigadas por sus presuntos vínculos con grupos paramilitares, resolvieron recurrir a la Fiscalía General de la Nación para tratar de acallar un punto de vista diferente al suyo.
Estamos en presencia, por lo tanto, de un atropello contra la libre expresión del pensamiento crítico que debe ser condenado sin titubeos de ninguna especie por quienes creemos en la democracia y pensamos que la libertad de prensa es uno de sus fundamentos básicos. En Colombia está comenzando a hacer carrera la costumbre de tratar de intimidar mediante diligencias judiciales a todos aquellos periodistas cuyas opiniones resultan incómodas para la buena imagen que de sí mismos quieren proyectar ciertos sectores de la clase dirigente. Lo que se busca, en pocas palabras, es domesticar a la prensa, coartándole su iniciativa y su creatividad, para así poder domesticar a la opinión pública, un precedente que, de prosperar, desemboca de manera inevitable en una dictadura.

Nuestra solidaridad con Alfredo Molano, por consiguiente, es incondicional.

Bogotá, 20 de mayo de 2008.

Del jurista y columnista Ramiro Bejarano


Solidaridad con Alfredo Molano, ante la insólita andanada judicial de unos señoritos Araújo de Valledupar, que con arrogancia creen que pueden silenciar e intimidar la opinión.

Ramiro Bejarano Guzmán – El Espectador 17 Mayo 2008

Tiempo real



Por Alfredo Molano Bravo
El Espectador - 17 de Mayo de 2008

LOS ESTUDIOSOS DE LA HISTORIA DEL paramilitarismo en Colombia coinciden en asociar sus orígenes al tránsito de la violencia política de los años 50 al nacimiento de las guerrillas en los 60, en plena Guerra Fría. A EE.UU. le cabe una inmensa responsabilidad en la estrategia de armar a población civil para responder a los grupos armados rebeldes.
El gobierno de Lleras Restrepo sancionó la ley que autorizó la creación de guardias nacionales para combatir a las Farc y al Eln. El Pentágono había elaborado ya la doctrina de la “guerra de baja intensidad” para controlar el incendio que se propagaba desde Cuba y que los manuales militares ponían en práctica. En los años 80, cuando las guerrillas negociaban el tránsito hacia la lucha electoral, se asesinó a miles de partidarios de la vía legal. Por la misma época, el narcotráfico adquirió carta de ciudadanía sobre un acuerdo tácito con sectores del establecimiento: liquidar la oposición a cambio de permitir el traqueteo, inclusive con la anuencia de la CIA. El paramilitarismo se fortaleció sobre este acuerdo, que en el fondo equivalía a permitir el uso de la motosierra y, al mismo tiempo, los embarques de droga.
Viernes 8 a. m.
Esta doble moral es la que se refleja en la extradición del notablato paramilitar: narcotráfico mata crímenes atroces. Las Cortes internacionales llegarán a fin de fiesta. A la Fiscalía criolla y a las víctimas les permitirán hablar en los tribunales norteamericanos sin oírlas, porque de hacerlo, se desembocaría donde ni al Departamento de Estado ni al Gobierno de Colombia les conviene llegar: a la evidencia de una larga trayectoria de impunidad compartida entre los gobiernos de EE.UU. y de Colombia con el paramilitarismo. Los ‘macacos’ se van a EE.UU. y sus crímenes se quedarán enterrados en el país; los expedientes de la parapolítica se adelgazarán y terminarán archivados.
Viernes 11 a. m.
Los computadores de Reyes encubrirán todos los escándalos que afloran hoy. Quizás Uribe, persuadido por Fabio Echeverri, le bajará el tono internacional al escándalo para no perjudicar a los exportadores colombianos. Pero con la información, hoy avalada por la Interpol, se desencadenará una cacería de brujas infinita: son 40 millones de documentos Word, 210.000 imágenes, 610 gigabytes: un siglo de información para sacar de ahí lo que se vaya necesitando para aceitar la maquinaria militar de la Seguridad Democrática. Con el informe de Ronald Noble, Mario Uribe se eclipsó y hasta su parentesco se perdió; Yidis se perdió en los corredores del búnker; Teodolindo volvió a escabullirse; y a Luis Carlos Restrepo lo salvó la campana. Mientras tanto, a Uribe le dan el título Honoris Causa en Lima, y a Solana otro en Bogotá. Chávez grita, Correa llora, Alan García parlotea. Difícil escribir a este ritmo. Cuando se publique esta columna, la Cumbre de Lima habrá pasado y los cercos humanitarios —Dios no lo quiera— volverán a ser la noticia del día. Pero no llegarán a la mitad de la próxima semana cuando, digamos, los medios nos pongan a hablar del matrimonio de Tomás Uribe.
Viernes 1 p. m.
Más aún, no logro acabar estos 3.500 caracteres sin que ya todo lo anterior, incluido lo que está por ver, haya pasado de moda al estallar un nuevo escándalo que confirma todo lo dicho: el computador de Mancuso se esfumó en Itagüí, las tarjetas sim de los celulares de Jorge 40 se evaporaron de la cárcel de Barranquilla, el disco duro de Cuco Vanoy se derritió en Cómbita. El Inpec nada sabe; la Dijín nada dice. La Fiscalía se alza de hombros: estaba fuera de las cárceles esperando a los jefes paramilitares para ponerlos en manos de la DEA. Es difícil creer que los paras sean menos prolíficos que los guerrilleros, aunque es evidente: son más prudentes.